El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, dijo hace poco, en referencia a los ataques que ha protagonizado el ELN en lo corrido del 2016, que “los heridos son el doble de los del año pasado (…) y los muertos son casi el doble de los del año pasado” . A estas apreciaciones no hay que restarle importancia, porque, en efecto, los ataques del ELN sí han aumentado, aunque eso no quiere decir que esa guerrilla sea más fuerte. También hay evidencias de que ha empezado a actuar en municipios donde hace mucho no lo hacía, o lo hacía muy poco, como en Puerto Carreño (Vichada), donde el 3 de julio perdieron la vida tres integrantes de la Armada, o en Bocas de Satinga (Nariño), donde asesinó a dos policías .
La FIP comparó los ataques del ELN en los primeros meses de 2016 con los de años anteriores y verificó ese aumento. Sin embargo, este se explica, principalmente, por una escalada en el mes de febrero que coincidió con la conmemoración de los 50 años de la muerte de Camilo Torres. Esta es una vieja costumbre del ELN. Consiste en provocar una o dos escaladas aprovechando la fecha de la muerte de unos de sus integrantes más célebres, para generar impacto y proyectar una fuerza mayor a la que realmente tiene.
El análisis de la FIP también confirma –como lo ha advertido en otros documentos– que el ELN está lejos de consolidar una fuerza nacional como lo quiere hacer creer. La escalada de ataques recientes se focalizó en las dos zonas (Arauca y Norte de Santander) donde han sido más fuerte en los últimos años, acompañada de pequeñas acciones en varios municipios, sin que esto demuestre mayor intensidad en ninguno de ellos.
Este ejercicio se hizo con información fragmentaria pero arroja resultados interesantes. Se consideraron solamente los ataques efectuados por el ELN contra la fuerza pública y contra la infraestructura, y no se tomaron en cuenta los combates por iniciativa de las FF.MM., ni los homicidios.
Los 50 años de Camilo Torres
Este análisis corroboró que es cierto, como lo afirma el Ministro Villegas, que en el primer semestre de 2016 aumentaron los ataques ejecutados por el ELN. Al comparar la distribución mensual de los ataques entre 2010 y abril de 2016, se encuentra un gran pico en febrero de este año, en el que el accionar se elevó sustancialmente con relación a los 60 meses anteriores. Este mes es, incluso, el que registra el nivel más alto de ataques desde 2010, lo que coincide con la celebración de los 50 años de la muerte de Camilo Torres. Si bien no se tiene información confiable para todo lo corrido de 2016, no hay evidencia de que en mayo y junio y julio se haya superado el nivel de febrero.
Esta gráfica muestra claramente la forma como actúa el ELN. Por lo general, produce una escalada fuerte que dura poco pero que genera un aumento significativo en el nivel de ataques del año o el semestre. Un nivel tan alto, como el de febrero de 2016, que corresponde a cerca de 73 acciones, no se producía desde 2001. Solamente se registran escaladas particularmente altas en 1992, 1996, 1997, 2000 y 2001. En esos años las escaladas tenían la misma característica que la de febrero de 2016: duraban un mes o un lapso corto, después bajaba el nivel y así sucesivamente. En el peor de los casos se han repetido dos o tres escaladas anuales pero ninguna logró sostenerse más de dos meses.
Los ataques del ELN en los últimos meses se han dado como telón de fondo de las aproximaciones de paz con el Gobierno Nacional, a lo que se suma, como ya se explicó, el aniversario de la muerte de Camilo Torres, lo que sirvió para darle impulso a la ofensiva que esa guerrilla desató en febrero con un paro armado . A partir de entonces han buscado proyectarse y posicionarse como una fuerza vigente militarmente hablando, susceptible de una negociación política. Esta forma de actuar es muy frecuente al inicio de negociaciones o acercamientos con el Gobierno. Las FARC lo hicieron en su momento y hay experiencias internacionales que dan cuenta de esa estrategia.
¿Una fuerza nacional?
La ofensiva que el ELN ha desatado en el 2016 se concentra en municipios y departamentos donde históricamente ha tenido presencia. En Arauca ocurrieron el 22% de los ataques y en Norte de Santander el 18%, es decir, el 40% del total. Sin embargo, hay cambios. El ELN busca proyectarse en zonas donde si bien tenía presencia, no había mostrado altos niveles de acción. El siguiente gráfico compara la participación porcentual del ELN por departamentos entre 2011 y 2015 (60 meses), con el porcentaje para los primeros cuatro meses de 2016.
Arauca y Norte de Santander marcan proporciones considerables en los dos periodos comparados, aunque bajan en el 2016. Aun así, hoy el ELN mantiene una fuerte presión en estos dos departamentos que son los mismos en los que había concentrado sus ataques en los últimos años. El tercer lugar, según la gráfica, lo ocupa Antioquia que antes se situaba de sexto: pasó de concentrar el 4% de las acciones al 14%. Chocó pasó del tercero al cuarto lugar (subió del 8% al 10%) y Nariño pasó del cuarto al quinto lugar (subió del 5% al 7%). Los departamentos de Casanare, Bolívar y Cesar arrojaron en conjunto el 7% del total de las acciones en 2016, cuando antes habían marcado el 3%, 2% y 1%, respectivamente. Cauca y Boyacá bajaron su participación del 5% al 3%. Santander, Valle y La Guajira marcaron el 1% en 2016 y antes presentaban porcentajes casi nulos.
El poder del ELN es escasamente regional
Los mapas que se presentan en esta sección muestran una ampliación espacial del accionar del ELN. Sin embargo, esas acciones son muy tímidas en la mayoría de los municipios, ya que predominan los colores que representan una o dos acciones (verdes y amarillos). Los colores naranja y rojo (más acciones) se concentran en Arauca y Catatumbo.
Sin duda, Arauca es el departamento más afectado, particularmente en 2014 y 2016. En Catatumbo, el accionar del ELN fue importante en 2014 y 2016 y se redujo en 2015. También sobresale el aumento en Casanare, aunque los niveles siguen siendo bajos (solo verdes), y en el sur del Cesar (donde tuvo presencia histórica). Estas acciones no son significativas pero contribuyen a generar la sensación de que esta agrupación armada está llegando a nuevos espacios.
El ELN también ha ampliado paulatinamente su accionar en el sur de Bolívar, donde tuvo presencia histórica (San Pablo ya marca cuatro ataques en 2016). Lo mismo ocurre en Antioquia, sobre todo en el Bajo Cauca y el Nordeste, pero como se explicó, los niveles son bajos. En el Chocó se evidencia un mayor cubrimiento espacial pero aparte de Quibdó (con cuatro ataques), los demás municipios tienen un bajo accionar. Se registran ataques en Cauca, Valle y Nariño, pero es en este último departamento donde su accionar se expande más, aunque los ataques son casi nulos.
Este panorama parece confundir a la opinión pública . Así los ataques sean escasos, dejan la sensación de que el ELN se hace fuerte. Esa sensación la refuerzan hechos como que colgaron banderas y pintaron graffitis en lugares donde no han actuado militarmente. Los ejemplos más recientes del efecto de esa propaganda son el ataque en Puerto Carreño (municipio en el que no actuaba hace muchos años) y el asesinato de dos policías en Bocas de Satinga, un hecho inédito.
No se puede desestimar que el ELN ha empezado a actuar en zonas donde las FARC venían siendo más fuertes. Sin embargo, los análisis de la FIP muestran que lo ha hecho, principalmente, en regiones donde ha estado en el pasado. En Antioquia nadie discute que se está empezando a manifestar en municipios con influencia de las FARC, pero son lugares en los que ya había actuado. En el sur de Bolívar su pasado es incuestionable, lo mismo que en Arauca, Catatumbo y en el centro y sur del Chocó, por lo que es difícil sostener que está llegando a nuevas zonas. En Puerto Carreño hizo presencia hace muchos años y en la costa nariñense ya había llegado atraído por el oro.
El ELN no busca posicionarse, solamente, con ataques. Se mueve en torno al petróleo en Arauca, Casanare y Catatumbo, y se nutre de la coca y el oro en el sur de Bolívar, el nordeste y el Bajo Cauca antioqueños. Algo parecido ocurre en Chocó, Cauca y Nariño. La FIP no descarta que en estos departamentos intente aumentar su influencia y aprovechar su viejo arraigo buscando llenar espacios que dejen las FARC una vez dejen las armas, algo que ya ha venido pasando, por ejemplo, en Chocó, en donde desde 2015 viene sosteniendo enfrentamientos en el Alto, Medio y Bajo Baudó con las AGC o Clan del Golfo.
Es el turno del Estado colombiano para evitar que esta agrupación coja vuelo. Hay que usar la fuerza y la negociación. La fuerza para impedir que su accionar siga creciendo en zonas donde en el pasado tuvo algún arraigo, pero también para evitar que se fortalezca a costa de las FARC o con ayuda de las FARC. De igual modo, para empujar una solución negociada y prevenir que los avances que se han logrado en La Habana pierdan credibilidad. Al mismo tiempo, hay que darle un impulso a las negociaciones para que no aumenten las acciones militares e intervenir socialmente las áreas que dejen libres las FARC. Solo así se podrá evitar que persistan o se arraiguen expresiones armadas.