Análisis / 29 de noviembre de 2017 / Tiempo de lectura: 7 min.

Mujeres y la economía cocalera en el Putumayo

Conozca los impactos que la economía cocalera ha dejado en la vida de las mujeres en el Putumayo y que deben priorizarse en la implementación de los programas de sustitución de cultivos y la Reforma Rural Integral propuesta en el Acuerdo de Paz.

  • Autore/as
  • Irina Cuesta A.
    Irina Cuesta A. Coordinadora de proyectos e investigaciones
  • Génica Mazzoldi Díaz
    Génica Mazzoldi Díaz FIP Alumni
  • Aura Durán D.
    Aura Durán D. Investigadora

“Hubo un tiempo que la fumigación nos dañó comida, que no nos dejó
con qué comer (...). A mí me tocó limosnear a un vecino que vivía más allá, que le había quedado chiro, ir a pedir, que me regale por favor dos racimos de chiro (...) mientras yo volvía a sembrar (…). De ahí para adelante fue cuando la gente se impulsó para sacar (coca), los cocaleros, porque no vinieron a decir: “bueno campesinos, les vamos a cambiar esta situación porque estamos en guerra con la coca, les vamos a dar maquinarias” (...). ¡Pero no! Él (gobierno) vino y fumigó y salió y se fue y nos dejó”
. Mujer del Bajo Putumayo, Puerto Caicedo, mayo 2017.

En el Acuerdo de Paz con las FARC, el enfoque de género quedó planteado como un principio transversal, por lo que todas las acciones que se implementen deberían considerar los contextos en los que el conflicto armado afectó a las mujeres.

Esta investigación de la FIP privilegia las percepciones y relatos de las mujeres vinculadas a diferentes momentos de la economía de la coca.
Esta investigación de la FIP privilegia las percepciones y relatos de las mujeres vinculadas a diferentes momentos de la economía de la coca.

Esto resulta prioritario en territorios con cultivos ilícitos y en zonas permeadas por la ilegalidad como el Putumayo. Allí, el impacto de la violencia, el rol de las economías ilegales y de los cultivos de uso ilícito, así como las afectaciones que sufrieron las mujeres en medio de estos contextos, resulta emblemático. La economía de la coca, por ejemplo, modificó dinámicas sociales y familiares.

En el pasado, diversos estudios de centros de investigación, universidades y organizaciones de mujeres buscaron visibilizar estas afectaciones en la vida de las mujeres. Ahora, en el marco de la implementación del Acuerdo de Paz, la FIP en convenio con ONU Mujeres Colombia, presentan los resultados de una investigación que busca comprender las dinámicas y las características de la participación de las mujeres en la economía de la coca en el Putumayo, desde sus roles y prácticas como trabajadoras en el cultivo, raspa, procesamiento, transporte y comercialización.

Esta investigación, que inició en septiembre de 2016 y terminó en junio de 2017, privilegió las percepciones y relatos de las mujeres, los cuales se recogieron a través de 21 entrevistas semi-estructuradas y cuatro grupos focales. El trabajo de campo se complementó con cartografía social y construcción colectiva de líneas de tiempo. De igual forma, para el análisis de los escenarios de riesgos se tuvo en cuenta los imaginarios y discursos de las mujeres. así como las dinámicas propias de un territorio como Putumayo, permeado por las amenazas que genera la economía cocalera. Todo este trabajo se concentró en los municipios de Mocoa, Puerto Asís, Puerto Caicedo, San Miguel y Valle del Guamuez.

Roles, prácticas, riesgos y recomendaciones

La primera parte de este documento presenta los contextos de la coca en el Putumayo, una región de economías extractivas en el que este cultivo ha jugado un papel central en la configuración territorial. La segunda parte expone los roles y prácticas de las mujeres en los enclaves cocaleros, mostrando, a partir de sus relatos, las actividades, percepciones y entornos que habitan en el marco de su vinculación a los diferentes momentos de la economía cocalera.

El tercer apartado profundiza en los contextos territoriales de las violencias basadas en género y, en particular, en los riesgos que enfrentan las mujeres en enclaves cocaleros. En el cuarto capítulo se presenta el balance que las mujeres hacen sobre la historia de la coca en el Putumayo, los significados colectivos que esta tiene en el territorio y su relación con el Estado en el contexto actual.

La sustitución de cultivos y las mujeres

El Acuerdo de Paz propone “impulsar y fortalecer proyectos de investigación, reflexión y análisis de la realidad de las mujeres en relación con los cultivos de uso ilícito, para abordar el fenómeno desde un enfoque de género”. De igual forma, plantea que en el marco del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS) se buscará garantizar la participación de las mujeres en la planeación, ejecución, seguimiento y evaluación de los planes de sustitución, considerando la violencia de género asociada a este fenómeno.

Justamente, uno de los grandes desafíos que hoy enfrenta la sustitución de cultivos tiene que ver con las brechas de género que han sido históricas en el campo colombiano y los llamados recientes de las mujeres vinculadas a la economía cocalera.

En enero de 2017, el Gobierno puso en marcha el PNIS que hasta septiembre de este año había firmado más de 60 Acuerdos Colectivos en diversos departamentos, entre los que se encuentra Putumayo, una de las principales regiones cocaleras del país.

La llegada de los cultivos de coca al Putumayo, con fines de narcotráfico, provocó un cambio drástico en la economía y la configuración territorial de la región, ya que se constituyó en una zona estratégica para grupos armados ilegales como las FARC y del Bloque Sur Putumayo de las AUC. En este contexto, la economía de la coca permeó las dinámicas sociales y familiares de municipios como el Valle del Guamuez y Puerto Asís.

Conozca los roles de las mujeres en los enclaves cocaleros.

Hombres, mujeres, niños, niñas y jóvenes se vincularon al cultivo y procesamiento, pero las mujeres ganaron protagonismo, pues son consideradas las más eficaces a la hora de cosechar y cortar la planta, pero, asimismo, las principales víctimas de violencias derivadas de esta economía.

Algunos de los impactos que la economía cocalera ha dejado en la vida de las mujeres en el Putumayo han sido las detenciones por tráfico de drogas hacia Ecuador, las incursiones armadas de grupos irregulares que las hizo víctimas de violencia sexual, así como el despojo, el desplazamiento y la desaparición forzada. Todos estos, impactos que se han profundizado en un contexto de vulnerabilidades históricas de los habitantes de esta región y que deben ser prioritarios en la implementación de los programas de sustitución de cultivos y la Reforma Rural Integral propuesta en el Acuerdo Final.

Las mujeres de Putumayo cuentan su historia

En busca de sustento, las mujeres de este departamento se han vinculado a diferentes eslabones de la economía cocalera como finqueras, jornaleras, cocineras, quimiqueras, mulas o colaboradoras. Para ellas, la coca tiene un significado particular que se relaciona con sus experiencias como mujeres y con su vínculo con el territorio. Conozca los tres hitos más relevantes para ellas en los últimos 30 años, un sus propias voces.

Recomendaciones de política pública

El documento contiene, además, recomendaciones de política pública para atender las necesidades y garantizar los derechos de mujeres vinculadas a enclaves cocaleros.

La primera consiste en armonizar el Acuerdo de Paz, el enfoqué de género y el programa de sustitución de cultivos con las realidades territoriales. Esto significa:

  • Reconocer los roles de las mujeres en la economía cocalera e impulsar su papel activo en la sustitución.

  • Considerar ajustes en el abordaje familiar del PNIS.

  • Impulsar el empoderamiento económico de las mujeres en un sentido amplio (que contemple acciones de acceso a la justicia y autonomía).

  • Apostar por una sustitución de cultivos que considere tejidos sociales, culturales y realidades territoriales.

  • Potenciar la participación y la representatividad de los procesos organizativos de mujeres.

La segunda tiene que ver con los derechos de las mujeres jornaleras, finqueras, cocineras, quimiqueras, mulas y colaboradoras, más allá de la sustitución de cultivos. Y la tercera recomendación, con las violencias basadas en género y la seguridad (descargue las recomendaciones).

 

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