Robinson fue el invitado principal del foro Construcción de paz: compromiso de los empresarios que organizó la FIP y la Asociación de Fundaciones Empresariales, AFE. Su intervención se centró en las teorías que desarrolla su libro ¿Por qué fracasan los países?, que habla de las instituciones y las reglas de juego que gobiernan la vida económica. Para Robinson hay dos tipos de instituciones económicas: las que caracterizan a los países exitosos y que llama 'incluyentes', y las 'extractivas' que producen pobreza porque no crean incentivos ni oportunidades. Colombia estaría en el medio, según el autor.
“Para entender por qué un país tiene unas instituciones económicas extractivas hay que pensar en cómo fueron creadas estas instituciones. Para el caso de Colombia, lo que más aplica es un estado débil, poco efectivo y una distribución muy estrecha del poder político. Colombia está en el medio de los países ricos y los países pobres, no es como Alemania pero tampoco como Haití. Es un país de clase media, que tiene instituciones extractivas pero también incluyentes en otras dimensiones”, dijo durante el foro.
15 ideas de su conferencia
“Colombia tiene instituciones predominantemente extractivas pero también políticas extractivas. Uno de los impedimentos más grandes para una buena economía es el monopolio y ejemplos de esos monopolios son los mafiosos, como el del ‘Cebollero’ y el ‘Papero’. Otro ejemplo es lo que sucede en lo rural, donde el 40 por ciento de las personas no tiene un título de propiedad, lo que impide pensar en incentivos económicos”.
“Algo crucial para generar prosperidad económica es suministrar bienes públicos. En Colombia esto es terrible. Miremos solo el sistema de carreteras. La falta de infraestructura es un impedimento serio para el sector privado y para crear oportunidades económicas”.
“¿Cómo se crean las instituciones económicas? La respuesta es que vinieron de un sistema político. Para mí, el mayor problema que tiene Colombia es la manera en que funciona el Estado y un ejemplo de su debilidad es la falta de habilidad para suministrar el orden. Aunque Colombia tiene una historia de instituciones democráticas, eso no ha garantizado la rendición de cuentas de los políticos. No hay chequeos ni balances y una prueba de ello es el llamado ‘carrusel de la contratación’ en Bogotá”.
“El Estado colombiano tiene la máquina más pequeña del mundo para generar impuestos. Hay países en Sudáfrica que generan más impuestos de lo que hace Colombia. Nunca se han aumentado los impuestos de tal manera que se pueda crear un Estado moderno. Ese es uno de los grandes fracasos”.
“Los problemas en Colombia no son las drogas y la guerrilla. Se logró establecer una industria de las drogas ilegales por la forma en que funciona el Estado. Con la guerrilla, que es la más longeva de América Latina, sucede lo mismo”.
“Las instituciones extractivas surgen de la forma de hacer política. Si hay monopolios es porque el Gobierno no obliga a cumplir las leyes anti-monopolio. Es claro, por ejemplo, que si las carreteras no se construyen o se hacen mal, es por el proceso de contratación”.
“El móvil de la política económica en Colombia es lo que se llama ‘regla indirecta’, una forma muy común de los poderes coloniales. La misma forma en que los españoles manejaron el periodo colonial, así mismo funcionan Paquistán, Sudán y muchos otros países. Está el centro (como Bogotá y Medellín) y una periferia que interactúa con ese centro. Si se estudia esa interacción se entiende por qué el Estado colombiano ha sido tan débil históricamente”.
“La élite política, básicamente, delega el control de muchas partes del país a otros grupos a cambio de soporte y votos. En el proceso de delegar se crea un vacío de autoridad y ese vacío permite que ingresen, por ejemplo, la cultura de la coca y que el contrabando entre desde Ecuador y Venezuela. Esta cultura está muy arraiga en Colombia”.
El caso de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio es una ventana para estudiar cómo funciona la política económica en Colombia. “Es un modelo de control descentralizado y está relacionado con la parapolítica que luce como la forma normal de hacer negocios en la Colombia que está en la periferia. No es un fenómeno reciente, al contrario, es una faceta de cómo funciona el sistema”.
“La seguridad democrática trajo progreso en ciertas dimensiones, pero no abordó los principales problemas en Colombia. Hemos visto que la violencia hace que la gente no sea tan optimista, pero ha sido parte del pasado de Colombia. Se necesita una gran transformación para lograr la seguridad democrática o la desmovilización de la guerrilla. En últimas, el problema político es reconstruir el Estado, cambiar la política económica”.
“Las drogas, las FARC y el ELN son el resultado de la forma en que funcionan las cosas en Colombia. Sería bueno que las FARC se desmovilizaran, esto haría muchas cosas posibles, pero en sí no solucionaría el problema. Habría que garantizar su seguridad, un mecanismo para reintegrarlos eficazmente y una discusión de cómo vemos la justicia dentro de ese contexto”.
“(Juan Manuek) Santos está jugando un juego muy complicado porque tiene que hacer un acuerdo con la guerrilla que sea aceptable para la sociedad colombiana. La discusión de la transformación no está sobre la mesa porque sería ceder ante las FARC. La transformación es para el bien de todos los colombianos”.
“El sector privado hace muchísimas cosas en Colombia en nombre de la paz. Ayudan a superar la pobreza, la desigualdad, construyen escuelas y desarrollan iniciativas emprendedoras que tratan de solucionar el problema de la violencia, pero eso debería hacerlo el Estado”.
“Hay muchos ejemplos de iniciativas para la paz que se han hecho de forma altruista. Aun así, ese ingrediente del sector privado juega un rol pequeño ante la amplitud de los problemas que afronta Colombia. El gobierno es el que tiene que entregar los bienes del Estado, el sector privado no lo puede hacer solo y no puede suministrar orden a nivel nacional”.
“La empresa privada en Colombia sustituye al Estado, pero hay que tener ideas más transformadoras sobre el cambio. Hay que pensar es en la forma en que el sector privado puede ayudar a complementar el Estado, para que este funcione mejor”.
La transición a la luz del proceso de paz
Durante el foro, el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, reiteró que Colombia está frente a una posibilidad real y “quizás la última de ponerle fin al conflicto armado”. También habló del proceso de transición que vendría si se firma la paz y de la importancia de intervenir los territorios para construir una paz estable y duradera. “Las probabilidades son muy buenas”, dijo frente a representantes del sector empresarial.
Jaramillo explicó que este nuevo intento por alcanzar la paz ha sido pacientemente construido por el gobierno. “Detrás de esa oportunidad hay un esquema que comenzó con el reconocimiento del Presidente (Santos) del conflicto armado interno”, dijo. Luego vendría la Ley de Víctimas, la creación de un entorno regional favorable y el Marco Jurídico para la Paz.
Con esos antecedentes se diseñó este proceso de paz que tiene siete características según el Comisionado de Paz.
1. Este es un proceso para terminar el conflicto. “Pero una cosa es terminarlo y otra la construcción de esa paz. El acuerdo pone los cimientos de esa construcción. Hasta que no se firme no habrá ceses, ni despejes. Si se firma todo cambia y entramos en una fase de transformación que será el verdadero comienzo de la construcción de la paz”.
2. Se estableció un núcleo duro de asuntos que hay que resolver para construir la paz. “No se incluyen todos los temas de la Nación, tampoco discusiones sobre la economía. Son puntos concretos que tienen que ver directamente con la terminación del conflicto”.
3. Es un asunto de todos. “Se trata de llegar a unos acuerdos para mirar lo que cada uno va a hacer. Esto no solo es válido para el gobierno y las FARC. Se trata de lo que va a hacer todo el mundo en esa fase de construcción de paz”.
4. El centro del proceso es pasar a la fase de transición. “Saquemos del camino al conflicto para poder pasar a la fase de transición. Habrá tareas que surgirán de los acuerdos a los que lleguemos en La Habana. Será un periodo de excepción. En materia jurídica se utilizarán instrumentos, no solo de justica transicional, que agilicen las cosas. No se trata de resolver todos los problemas, pero al término de ese periodo estarán las bases”.
5. Un proceso de paz territorial. “En Colombia la paz no ha llevado a una intervención de los territorios y esta es la esencia de este proceso, que sea territorial, para así cerrar el conflicto. Se trata de integrar territorios, de reconstruir. No es solo desmovilizar grupos sino llenar espacios, ese es el reto más grande. Si queremos cerrar el conflicto hay que hacer intervenciones territoriales”.
6. El papel del sector privado. “El problema de la intervención territorial no lo va resolver solamente el Estado. En ese ejercicio, el sector privado tiene un papel muy importante. Primero porque tiene presencia en esos lugares donde el Estado es muy débil. Hay que hacer alianzas entre el Estado y el sector privado para hacer posible la reconstrucción”.
7. La movilización en los territorios. “Hay que lograr una verdadera movilización en los territorios, una gran participación. La gente se tendrá que organizar en los territorios para priorizar y decidir qué es lo que más importa. Si logramos cerrar el conflicto y establecer un proceso de paz territorial, se podrán hacer cosas importantes en materia de participación, de integración, de reconocimiento de derechos. Es pensar en la reconciliación y trabajar en común por la construcción de una paz estable y duradera”.
Compromiso de los empresarios
Durante el foro intervinieron los empresarios Roberto Junguito, presidente de El Cerrejón y Carlos Raúl Yepes, presidente de Bancolombia, quienes junto a Antonio Navarro Wolff y María Victoria Llorente, directora de la FIP, reflexionaron sobre los cambios estructurales que se requieren para hacerle frente al postconflicto.
Para Yepes, Colombia tiene que prepararse desde ya (desde el conflicto) hayan o no acuerdos con las FARC. “Si somos capaces de abstraernos de los acuerdos con las FARC y pensar en la construcción de un nuevo país, teniendo una agenda común, las cosas van a ser diferentes”, dijo el empresario para quien es fundamental rescatar el concepto de Nación. “No podemos dejar al gobierno y a las FARC un problema que le concierne a todos”, dijo.
Según Yepes, las empresas ya no son solo actores económicos. “Así como trabajamos para que las empresas sean perdurables, soñamos con un país que sea perdurable. En ese rol social entendemos que el mundo empresarial también va cambiando. Va pasando de lo industrial a lo social, de lo individual a lo colectivo”, agregó. Yepes coincide con Robinson en que las empresas tienen que reinventarse y no pueden abstraerse de lo que sucede en su entorno.
Por su parte, Roberto Junguito cree que Robinson ha dado en la clave sobre el verdadero conflicto que tiene Colombia. “Hasta que no resolvamos los problemas políticos, sociales y económicos de raíz no vamos a empezar a construir un mejor país”, dijo. Por eso, para el presidente de El Cerrejón es clave generar expectativas reales con relación a lo que puede llegar a pasar si se firma un acuerdo con las FARC. “No es real pensar que con la desmovilización vamos a construir la paz en Colombia. Esa no es la solución a los problemas estructurales”, insistió.
Para Junguito, el rol de los empresarios en el proceso de construcción de paz es protagónico. “Hay una correlación directa entre el crecimiento económico y el bienestar general del país. Desde el punto de vista de generación de valor, tenemos que trabajar por la construcción del país”, dijo. También resaltó, como lo hizo Sergio Jaramillo, la necesidad de hacer presencia en los territorios. “Esto no es un tema de soluciones del gobierno central. Hay que pensar en las regiones, en cuál es su concepción de prosperidad y en cómo fortalecer las instituciones”. El empresario cree –al igual que Jaramillo– que el sector privado realmente podrá contribuir a la construcción de un país en paz a través de alianzas con el gobierno nacional y con soluciones a la medida de cada región.
Entre tanto, para Antonio Navarro, ex gobernador de Nariño, la forma de hacer presencia en las regiones “es ocupando el territorio que deja la guerrilla. Esto no se debe hacer solo a través de la Fuerza Pública, sino con todas las instituciones del Estado y las empresas privadas”.
En su intervención, el ex dirigente del M19, quien además ha sido congresista, ministro y constituyente, estuvo de acuerdo con Robinson en el sentido de que hay que fortalecer el Estado para que brinde la infraestructura necesaria y el desarrollo sea continuo. “Se necesita tener acceso a las regiones apartadas, caminos, carreteras y demás”, afirmó. Para Navarro, la reconstrucción se debe hacer en coordinación con las comunidades y la reinserción de los guerrilleros a través de “un plan intensivo de educación”.
Finalmente, María Victoria Llorente resaltó el mensaje tanto de los empresarios como de Navarro Wolff, en el sentido de estar pensando en una nueva Colombia, en que quieren liderar y hacer parte de ese cambio. Para la directora de la FIP, el gobierno ha mandado un mensaje equivocado al decir que si no se llega a un acuerdo con las FARC, no cambiará nada. “Es un mensaje tranquilizador, quizá por las voces adversas al proceso, pero la realidad es que sí hay que cambiar”, dijo a los empresarios y reconoció que el mensaje de Robinson es claro y muy oportuno para la coyuntura colombiana.
Para Llorente, el proceso de paz es una gran oportunidad de cambio. “Imaginémonos no tener más el pretexto de protegernos de la guerrilla”, dijo. También se preguntó cómo pueden ayudar las empresas a romper con las lógicas locales que se han establecido históricamente en los territorios alimentando el conflicto y compartió la preocupación de Navarro Wolff y de Sergio Jaramillo sobre la urgencia de hacer presencia en los territorios. Para Llorente, todo se resume a un asunto de política, que es lo que convoca a la gente para la acción colectiva. Por eso, su invitación al sector privado, fue trabajar en esa acción colectiva para definir el camino a seguir.