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Conceptos e ideas alrededor de la construcción de paz

¿Cuáles pueden ser los aportes del sector empresarial y cómo entenderlos?

Este especial web aborda la relación entre Paz, Desarrollo Sostenible, Derechos Humanos y Sector Empresarial desde diferentes posturas teóricas y lineamientos prácticos. Su objetivo es brindar insumos para entender de dónde provienen los conceptos, su evolución en el tiempo, las definiciones más destacadas y utilizadas, así como su aplicabilidad en el quehacer empresarial, específicamente en el contexto colombiano.

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Este especial se divide en cinco secciones:

Paz, Desarrollo Sostenible y Derechos Humanos: una aproximación teórica y conceptual

Una nueva consciencia ha despertado. Las nuevas generaciones han reevaluado la idea moderna del desarrollo desmedido. De esta manera, las visiones holísticas de paz, los Derechos Humanos y el Desarrollo Sostenible han encontrado gran acogida en la actualidad, no solo como conceptos normativos, sino también como marcos de acción que hacen un llamado a la corresponsabilidad, donde diversos actores, entre ellos el sector empresarial, trabajan conjuntamente en pro del bienestar social.

En esta sección se pretende ilustrar cómo se han venido desarrollando dichas nociones a través del tiempo, cuál es su definición más aceptada en la actualidad, cuáles son los principales retos de dichas aproximaciones a la luz de nuestros días y cómo se vinculan con el sector empresarial a la luz del concepto de corresponsabilidad. Esto permitirá entender de qué se trata el despertar de esta nueva consciencia que cuida las formas y que piensa en el largo plazo.

A pesar de que el concepto de paz se construye en estrecha relación con el de guerra, la conexión entre ambos es mucho más profunda que la simple ausencia de la una o la otra. La complejidad de estos dos conceptos ha llevado a los teóricos a plantear que la existencia de conflictos es ineludible en las relaciones humanas: siempre existirá. Por lo tanto, la paz no es imaginada por la filosofía política como un estado de armonía y plenitud, sino como un escenario en donde los conflictos se resuelven y se tramitan sin violencia, sin guerras; es decir, pacíficamente (Zuleta, 2013).

El sociólogo y matemático noruego Johan Galtung (1969) se ha convertido en el principal exponente de la teoría de conflictos, al establecer un marco conceptual que, al día de hoy, se ha consolidado como la piedra angular para entender esta disciplina. El autor ilustra esta conceptualización a manera de pirámide, en donde la Paz Negativa se encuentra en la punta más alta, como una noción que se fundamenta en la ausencia de la violencia directa. En las aristas inferiores están dos tipos de violencia dentro de la Paz Positiva: la violencia estructural y la cultural, que recogen, por ejemplo, las injusticias sociales, la estigmatización y la segregación, entre otros.

Más recientemente, el autor norteamericano John Paul Lederach (2007) ha argumentado que la construcción de paz debe entenderse como un proceso creativo inconmensurable. Acuña el concepto de “imaginación moral”, que establece que, para construir la paz, es necesario imaginarse una red de relaciones en donde están presentes todos los actores; transgredir la dualidad de “amigo y enemigo”; entender que las relaciones sociales son más complejas de lo que parecen; concebir la necesidad de actos creativos para fortalecer las relaciones entre los individuos y, por último, aceptar que el riesgo y las incomodidades son inherentes al momento de querer romper los ciclos de violencia.

El término Construcción de Paz empezó a tomar importancia en la década de los noventa cuando, en 1992, el entonces Secretario General de la ONU, Butros Butros-Ghali, publicó el reporte “An agenda for Peace”, que estableció una de las definiciones más aceptadas sobre Construcción de Paz y posicionó el concepto como un paradigma en el panorama global (United Nations, 1992). La Construcción de Paz —como concepto y disciplina— se ha establecido como un término amplio y abstracto que concibe y supera las negociaciones y el cese al fuego, y que incluye lidiar con las causas objetivas del conflicto para evitar que vuelva a emerger.

En la agenda internacional para el año 2030 en materia de Desarrollo Sostenible, la paz se incluye de manera explícita en el ODS 16 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que hace referencia a la promoción de sociedades justas, pacíficas e inclusivas; y de manera implícita en al menos en otros 15 objetivos. (Objetivos de Desarrollo Sostenible, 2019).

El reconocimiento general de que todas las personas son sujetos de derechos es una idea relativamente nueva, que tomó forma en 1948 cuando la Comisión de Derechos Humanos del recién creado organismo de Naciones Unidas emitió por primera vez un documento que consagraba de manera formal los derechos fundamentales e inherentes a la vida de cada ser humano. Sin embargo, el camino para llegar a esta instancia fue largo y antes hubo distintos hitos donde se reconocieron diversos derechos.

Según las mismas Naciones Unidas, el comienzo de los DDHH fue en el año 539 a.C., cuando Ciro El Grande, tras conquistar Babilonia, liberó a los esclavos y declaró que todo individuo podía escoger su religión, entre otros derechos estipulados en el Cilindro de Ciro, conocido como la primera declaración de derechos humanos. A partir de este momento se pueden resaltar, entre otros, los siguientes momentos: la Carta Magna, firmada en 1215 por el rey John de Inglaterra, que marcó el comienzo de la democracia moderna y que estipuló que todos los individuos son iguales ante la ley, entre otros derechos; la declaración de independencia de los Estados Unidos, que promulgó como derechos inalienables la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; la declaración francesa de los Derechos del Hombre, que estableció que todos los hombres nacen iguales y libres y tienen el derecho a participar en la vida política, y la creación de la ONU en 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, entre otros hitos relevantes (Sustainability for all, 2019) (Amnesty International, 2019).

Los Derechos Humanos se conciben como una serie de garantías de dignidad humana y principios morales socialmente aceptados, que tienen como fin brindar estándares que regulan la conducta del Estado, las corporaciones y los individuos frente a los abusos de poder (Parlevliet, 2017). Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los DDHH, estos principios son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua o cualquier otra condición. Son derechos interrelacionados, interdependientes e indivisibles (Naciones Unidas Derechos Humanos, 2020).

Las características más importantes de los DDHH incluyen:

  • Están fundados sobre la dignidad y el cuidado de los individuos.
  • Son universales, lo cual lleva a que deban ser aplicados de manera equitativa y sin ningún distingo entre los individuos.
  • Son inalienables, pues, salvo casos excepcionales, los derechos no pueden ser arrebatados.
  • Deben ser indivisibles, interrelacionados e interdependientes en razón de que es insuficiente la promoción de solo algunos, pues todos deben ser cuidados y protegidos por igual.

Al día de hoy la carta ha adoptado más de 20 tratados, entre los que se encuentran: la Convención sobre la posición de los refugiados (1951); la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979); la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes (1984); la Declaración sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo y el convenio 169 de la OIT (Office of the High Comissioner of Human Rights, 2000; Naciones Unidas, 2006).

La expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, es la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en la actualidad. Desde la más alta instancia, su agenda ha girado en torno a tres temas fundamentales: 1) La identificación de un retroceso en los derechos de la mujer (La Vanguardia, 2019); 2) La veeduría internacional frente a las presuntas violaciones del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela (CNN, 2019); y 3) El cambio climático “como la mayor amenaza a los DDHH”, según la comisionada (DW, 2019).

El desarrollo, en su concepción más clásica, se ha entendido como un conjunto de medidas necesarias para impulsar el crecimiento de las sociedades por medio de la elevación o el aumento de las capacidades humanas individuales (Rodrik, 2007). Sin embargo, se han establecido distintos tipos de preceptos morales que frenan su avance desmedido. Se entiende que el desarrollo debe atender las necesidades y aspiraciones de la sociedad presente y futura; que debe partir de los valores éticos de la sociedad (respeto por las normas); abogar por el cuidado medioambiental, el desarrollo económico y el desarrollo social; promover y proteger el cuidado por los derechos humanos; y, por último, fomentar la cooperación entre ciudadanos y organismos institucionales (Behringer & Szegedi, 2016).

El concepto Desarrollo Sostenible empezó a tomar relevancia a finales de la década de los ochenta, cuando se concibió el reporte de la ONU “Nuestro Futuro Común”, más conocido como el “Brundtland Report” (United Nations, 1987). En él, se estableció que el desarrollo debe hacerse de manera responsable y solidaria, beneficiar a la mayor cantidad de sectores posibles, y superar fronteras y generaciones. Así, el Desarrollo Sostenible toma en consideración el potencial impacto a la sociedad, el medioambiente y la economía, mientras que tiene en mente que dichas acciones pueden tener repercusiones en el futuro. En otras palabras, es un tipo de desarrollo que busca lograr satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las habilidades de las generaciones futuras de alcanzar sus propios objetivos (Strange & Bayley, 2008).

Durante la Asamblea de Río de Janeiro de 1992, se reunieron 179 países en la Conferencia de Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU. Allí acordaron la Agenda 21, que describe los pasos a seguir para crear los Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara al nuevo siglo (Strange & Bayley, 2008). Sin embargo, la promulgación de estos objetivos tomó más de 20 años: en 2015, finalmente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reemplazaron los Objetivos del Milenio (ODM), que en su momento guiaban los esfuerzos de desarrollo de los países.

Los ODS delinean una agenda hasta 2030 que busca, en términos generales, la erradicación de la pobreza, la mejora de las capacidades humanas, la reducción de la inequidad, la búsqueda de la paz y la reducción de la degradación del planeta. A través de 17 puntos, la agenda promueve un mapa detallado con metas e indicadores a alcanzar. Con respecto a sus precursores (los ODM), los ODS incluyen nuevos temas: el cambio climático (ODS 13), la desigualdad económica (ODS 10), la innovación (ODS 9), el consumo sostenible (ODS 12) y la paz y la justicia (ODS 16), entre otras prioridades (Global Sustainable Development Report, 2019).

En el neoliberalismo, con Estados cada vez más pequeños, se hace más evidente que las necesidades de las personas exceden las capacidades estatales. Las sociedades reclaman que otro tipo de actores, además de los Estados, se vinculen activamente en la tarea de llevar progreso y bienestar, y entre ellos se destaca el sector empresarial. De ahí que, con miras a la construcción de paz, el foco se haya puesto en las empresas, pues cuentan con recursos privilegiados, conocimiento y habilidades administrativas que las convierten en “un socio sin igual” (Rettberg & Rivas, 2012).

Pero, ¿por qué las empresas deberían interesarse en la búsqueda de ambientes más pacíficos? Porque esos entornos impactan directa y positivamente en su desarrollo operacional, tal y como lo argumentan los informes Better Business Better World (2017) y el World Economic Forum. Estos estudios demuestran cómo los riesgos para las empresas han evolucionado en los últimos años, pasando de económicos y financieros a ser riesgos sociales, medioambientales y tecnológicos. También se han esbozado distintos tipos de beneficios alrededor de la participación empresarial en escenarios de paz: por un lado, se afirma que el desempeño financiero de las empresas puede mejorar cuando estas se encuentran en ambientes pacíficos; por otro, al participar en la construcción de paz, las empresas pueden ver retornos en términos de good will, licencias sociales, reputación y generación de confianza (Rettberg, Rivas, 2015; Otzle, Westermann-Behaylo, Koerber, Fort, & Rivera, 2009).

A pesar de lo anterior, la respuesta a la pregunta de “¿cómo pueden las empresas construir paz?”, permanece inconclusa. Se han desarrollado distintos modelos para guiar al sector empresarial en esta tarea, pero los académicos concuerdan en que no existe una fórmula ni tampoco una sola receta para que las empresas aporten a la paz.

En 2005, se nombró al profesor John Ruggie como Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la cuestión de DDHH y empresas, quien en 2008, luego de una extensa consulta global y análisis, presentó el Marco “Proteger, Respetar y Remediar”.

Con base en el estudio de Ruggie, en 2011 se presentaron los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos (PRNU), como una herramienta para poner en práctica lo establecido en el Marco. Los Principios Rectores —como principal estándar en DDHH y empresas— establecen la responsabilidad de proteger los DDHH por parte del Estado; la responsabilidad de respetarlos, por parte de las empresas; y la responsabilidad de remediar, por parte de los dos actores. Estos principios permiten que se distingan y se designen responsabilidades específicas a cada uno de los actores cuando se habla de la relación empresas-DDHH (Human Right Council, 2008).

El Desarrollo Sostenible tiene como fundamento la cooperación, pues reconoce que el proceso será imposible de llevar si no se cuenta con la interrelación entre los sectores de la sociedad (entre ellos el empresarial, que juega un rol importante). La idea de Desarrollo Sostenible se ha transformado y adquirido un carácter organizacional; de esta forma, ha surgido el concepto de Sostenibilidad Empresarial. Esta noción tiene presente —tal y como fue planteado en el Brundtland Report— que las empresas deben alcanzar y asegurar sus necesidades de corto plazo sin comprometer su habilidad para alcanzar sus necesidades futuras (Bansal & DesJardine, 2014).

Los ODS también encuentran cabida en la agenda empresarial, por cuanto se posicionan como una guía de operación y unos objetivos a cumplir. Para darle mayor fuerza a este compromiso empresarial, las Naciones Unidas creó Pacto Global, una iniciativa internacional multiactor de “sostenibilidad corporativa” a la que las empresas pueden adherirse voluntariamente. Tiene cuatro áreas temáticas, siendo una de ellas los ODS sobre Empresas y Derechos Humanos. Pacto Global es un compromiso que alinea a las empresas frente a principios universales y que brinda legitimidad y un carácter de buen ciudadano corporativo a las empresas que se suscriben (UN Global Compact, 2019).

La promoción y el cuidado de los Derechos Humanos es una característica fundamental, necesaria e imprescindible que se debe respetar si se quiere hablar de paz. Por ende, las medidas esgrimidas para el cuidado de los Derechos Humanos como derechos individuales, se entienden como necesarias para alcanzar la paz (Nordquist, 2008; Parlevliet, 2017).

La violación a los DDHH puede desencadenar dinámicas de conflicto y violencia que se dan a corto o a largo plazo. Los quebrantamientos a corto plazo generalmente derivan en la vulneración de la integridad física y el abuso de los derechos civiles y políticos por un tiempo perecedero. Por otro lado, la privación progresiva y persistente de los DDHH abre las brechas sociales y genera condiciones de injusticia social (Parlevliet, 2017), que se traducen en la violencia directa y esa violencia estructural de la cual habla Galtung (1969).

La relación entre ambos términos son dos caras de una misma moneda. Para alcanzar la paz y promover el Desarrollo Sostenible, es necesario asegurar el alto al fuego entre las partes en conflicto, garantizar un sistema de gobierno que brinde estabilidad, y promover un desarrollo económico, social y ambiental que no solo ofrezca bienestar a la población, sino que alivie las causas estructurales del conflicto (Martínez-Solimán, 2017).

Dado que el Desarrollo Sostenible busca bienestar en el largo plazo, la visión clásica del desarrollo como industrialización y crecimiento económico atenta contra esta idea en la medida en que si no se tienen en cuenta otros factores (como los sociales), se pueden incrementar las tensiones, las disputas y el conflicto. De ahí que los ODS no solo tengan la consecución de la paz como uno de los principios a alcanzar, sino como uno de los puntos (ODS 16) de la agenda a desarrollar. “El Desarrollo Sostenible es un factor decisivo para mantener la paz y viceversa” (Martínez-Solimán, 2017).

En 1986, la declaración sobre el Derecho al Desarrollo fue suscrita por la Asamblea General de la ONU. En ella se reconoció que el Desarrollo es un derecho que comprende elementos económicos, políticos, sociales y culturales que buscan constantemente el mejoramiento y el bienestar de las comunidades y los individuos. Dicha declaración estableció que el Desarrollo es un derecho humano inalienable, lo que significa que toda persona tiene derecho a participar, contribuir y disfrutar de este proceso (United Nations, 1986). Cabe decir, sin embargo, que la declaración se queda con la definición clásica de desarrollo pues no tiene presente la satisfacción de este derecho en clave de sostenibilidad para las generaciones futuras.

Cuando se revisan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se evidencia que los objetivos tienen una estrecha relación con los DDHH. Según el Instituto Danés para Derechos Humanos (2018), el 90% de los objetivos de Desarrollo Sostenible tienen un vínculo directo con los DDHH.

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La Responsabilidad Social Empresarial: una mirada genealógica

Hoy es una verdad casi irrefutable que la capacidad de ejecución, los recursos y el conocimiento que poseen las empresas las convierten en instituciones fuertes y efectivas para tratar y solucionar los grandes problemas del mundo. La Responsabilidad Social Empresarial está de moda. La pregunta ahora es: ¿siempre ha estado de moda?

La presente sección busca identificar el desarrollo histórico de dicha noción. De esta manera, se presentará una línea del tiempo con las principales tendencias, definiciones y autores que han abordado la idea de las empresas como protagonistas en la búsqueda del desarrollo y el bienestar social.

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Modelo de Gestión Empresarial para la Paz

El modelo de Gestión Empresarial para la Paz es un modelo desarrollado por la FIP que sirve como guía para entender las acciones que las empresas pueden desarrollar para la construcción de paz. Este modelo cuenta con seis dimensiones con temáticas diferentes, donde cada una alberga acciones empresariales concretas. Este marco de acciones empresariales se creó a partir de una extensa revisión de literatura, numerosas sesiones de socialización con expertos y se ha puesto a prueba con más de 20 empresas, demostrando ser un modelo sólido en la materia.

Es la dimensión base de EmPaz Premium. Cuenta con los elementos fundamentales e imprescindibles que deben orientar la actividad económica, las políticas, estrategias, acciones y los procesos administrativos de las empresas, así como las inversiones sociales implementadas para construir paz. A partir de ello, habrá una coherencia e integralidad de las acciones a ejecutar.

Esta dimensión corresponde al conjunto de acciones empresariales encaminadas a fortalecer los mercados regionales y las capacidades económicas de las comunidades en zonas afectadas por el conflicto, con el objetivo de generar medidas de desarrollo sostenible y progreso en los territorios a través de una relación gana-gana. Es una dimensión proactiva o voluntaria para la empresa.

Esta dimensión abarca el manejo sostenible de los recursos ambientales, equilibrando su aprovechamiento entre la actividad comercial y el cuidado y la sostenibilidad del medio ambiente. La gestión responsable de los ecosistemas evitará que surjan nuevos conflictos y contribuirá a consolidar entornos pacíficos. Las empresas pueden tener impactos positivos en la prevención de daños ambientales, la promoción de buenas prácticas y la producción ambientalmente sostenible. Es una dimensión proactiva o voluntaria para la compañía. 

Esta dimensión comprende estrategias encaminadas a superar antagonismos entre personas y grupos divididos por el conflicto, así como a construir y reconstruir relaciones de confianza y vínculos sociales, políticos, culturales y económicos. Asimismo, abarca acciones que fomenten la resolución pacífica de conflictos, la búsqueda de la verdad y la no repetición a nivel local y nacional. Es una dimensión proactiva o voluntaria para la empresa. 

Esta dimensión comprende que la empresa contribuye promoviendo una vida digna para las comunidades por medio del fortalecimiento de las habilidades y las capacidades de los individuos. Es una dimensión proactiva o voluntaria para la empresa.

Esta dimensión abarca las acciones que las empresas pueden realizar para promover instituciones sólidas, legítimas y eficaces que generen confianza en los ciudadanos y promuevan ambientes pacíficos. El sector empresarial puede fortalecer el desarrollo de políticas sostenibles e inclusivas, ser partícipe en la formulación de planes comunitarios y promover la participación ciudadana en sus áreas de operación. Es una dimensión proactiva o voluntaria para la empresa.

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¿Qué es EmPaz?

EmPaz es un instrumento de medición empresarial que permite valorar los aportes de una organización empresarial a la construcción de paz desde su gestión y mediante iniciativas específicas en su operación comercial, su inversión social y el relacionamiento con grupos de interés. Los aportes de las empresas a la construcción de paz se miden a la luz de las seis dimensiones del Modelo de Gestión Empresarial para la Paz de la FIP: Gestión Estratégica para la Paz; Desarrollo Socioeconómico Inclusivo; Sostenibilidad Socioambiental; Capacidades Humanas; Institucionalidad y Participación; y Reconciliación y Convivencia.

Para aplicar EmPaz Web, ingrese aquí

¿A quién está dirigida?

EmPaz es aplicable a empresas de cualquier tamaño y actividad económica, así como a fundaciones empresariales y otras organizaciones del sector privado como Cámaras de Comercio, asociaciones y gremios.

Beneficios que trae la aplicación de EmPaz a la organización:

  • Identificar fortalezas y oportunidades de mejora para la construcción de paz en el área de influencia de la empresa
  • Tener insumos para la toma de decisiones a nivel estratégico y operativo para fortalecer el desempeño
  • Mejorar la capacidad de análisis y gestión de riesgos económicos y sociales, así como riesgos en derechos humanos y prevención de conflictos de la organización
  • Mejorar el relacionamiento con los grupos de interés internos y externos, y visibilizar las oportunidades y los resultados de la empresa en materia de construcción de paz
Empresas que han implementado EmPaz

Sistema Bibliográfico sobre Empresas y Construcción de Paz

El propósito de esta sección es resaltar la literatura relevante en torno al rol de las empresas en la construcción de paz. Esta revisión de literatura recopila los principales textos académicos en la materia. Además, prioriza, a la luz de las dimensiones del Modelo de Gestión Empresarial para la Paz, dichos artículos. El sistema bibliográfico se irá actualizando periódicamente.

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Gestión estratégica para la paz
Desarrollo socioeconómico inclusivo
Sostenibilidad socioambiental
Institucionalidad y participación
Capacidades humanas
Reconciliación y convivencia