La gobernanza ayuda a entender cómo se forman las redes locales, cómo se organiza el territorio y cómo se regulan las relaciones. El Pulso indagó por los distintos actores presentes en los municipios, que no actúan solos, sino que se relacionan entre sí e influyen en muchos aspectos del día a día de las comunidades. Entre todos, las organizaciones comunitarias resultaron ser las más influyentes.

Los líderes identifican tres grupos de actores con diferentes niveles de influencia:

• Mayor influencia: Organizaciones comunitarias, grupos criminales, iglesias, cooperación internacional y Gobierno Nacional (más del 50%).

• Influencia media: Organismos de control, gobiernos municipales y empresarios/comerciantes.

• Menor influencia: Fuerza Pública, gobiernos departamentales y sistema de justicia. Este último es el que tiene menor incidencia (24%), un patrón que persiste desde 2019.

Al preguntarles sobre la influencia de esos actores sobre aspectos clave para la vida cotidiana, como la solución de conflictos, los líderes también ubican a las organizaciones comunitarias en el lugar de mayor incidencia (63%), seguidas del Gobierno Nacional (48%) y los grupos criminales (45%). En contraste, el sistema de justicia y los empresarios/comerciantes muestran poca incidencia, salvo en el control de actividades económicas para estos últimos.

La incidencia de las organizaciones comunitarias es vital para la comunicación y gestión entre las comunidades y las instituciones. Este actor cuenta con un reconocimiento superior al de los demás actores en cuatro de los cinco factores por los que preguntó la FIP.

En la solución de conflictos, la influencia de las organizaciones comunitarias está a la par con la de la cooperación internacional y las iglesias, mientras que el sistema de justicia, con apenas un 26%, muestra un preocupante rezago en un ámbito que debería liderar.

Sobre los recursos ambientales, las organizaciones comunitarias (72%) y el Gobierno Nacional (58%) tienen la mayor influencia, mientras que el sistema de justicia y los empresarios/comerciantes tienen niveles bajos (23% y 27%, respectivamente).

En las actividades económicas, las organizaciones comunitarias (61%), los empresarios/comerciantes (55%) y el Gobierno Nacional (43%) son los más influyentes. El control fiscal se reparte entre los organismos de control, el Gobierno Nacional y las organizaciones comunitarias.

Los grupos criminales son percibidos como el actor con mayor influencia en el control de horarios y desplazamientos (57%), una alerta frente a la libertad de movimiento de la población.

Mayor confianza no equivale a mayor bienestar

En medio de esta fragmentación, la confianza es crucial para la gobernanza. Sin ella, las relaciones y los procesos democráticos se debilitan.

Para los líderes, los actores que gozan de mayores niveles de confianza en los territorios son las organizaciones comunitarias y las iglesias. Los tres niveles de gobierno, los organismos de control y la cooperación internacional mantienen niveles intermedios. En contraste, preocupa el bajo nivel de confianza hacia la Fuerza Pública y el sistema de justicia, con una desconfianza cercana al 75%. Los grupos criminales son, con razón, el actor de menor confianza (18%).

Sin embargo, la confianza no siempre se traduce en contribuciones directas al bienestar. Por ejemplo, aunque las iglesias gozan de alta confianza, su impacto en el bienestar es del 47%, ocho puntos por debajo de su nivel de confianza. Por el contrario, el gobierno municipal y los empresarios/comerciantes registran un aporte al bienestar superior a sus niveles de confianza (8 y 16 puntos porcentuales más, respectivamente).

Las organizaciones comunitarias y de la sociedad civil son fundamentales en la gobernanza territorial. Su legitimidad las convierte en un canal valioso de diálogo entre la población, el Estado y otros actores privados. Pero su participación no siempre es efectiva. La competencia por la búsqueda de recursos, los conflictos internos, sus debilidades técnicas y políticas, o la dificultad para acceder a las instituciones, son algunas barreras que limitan su accionar.

Aunque algunos líderes tienen cercanía con el Estado, esta relación suele quedarse en el diagnóstico de problemas y pocas veces logran llegar a acciones concretas. La FIP preguntó sobre el nivel de participación deseado y el 80% de los líderes coincide en que quiere ser tenido en cuenta para la toma y gestión de decisiones.

Por otro lado, los líderes perciben que hay avances en la rendición de cuentas, pero que se concentra en reuniones o redes sociales a los que no accede toda la ciudadanía. Se suma que el 50% de los líderes afirma que la información estatal no llega a las zonas rurales. La falta de mecanismos reales de transparencia erosiona la confianza y la legitimidad institucional.   

Tras dos años de mediciones, El Pulso confirma que las amenazas no ceden, lo que obliga a estudiar todos los factores relacionados: la responsabilidad de grupos criminales, conflictos dentro de las comunidades o con otros actores, y las falencias de las respuestas estatales y ciudadanas.

Defender los intereses colectivos sigue siendo la principal causa de amenaza contra los líderes sociales. Esta labor los pone en riesgo por enfrentarse a intereses individuales o privados. Incluso expresar una opinión en público se ha vuelto peligroso, una señal preocupante para la democracia.

 Los indicadores de percepción de inseguridad tampoco ceden. Para el 82% de los líderes, los municipios donde viven y el país son inseguros.