1. Lo clave
El más reciente informe de la FIP reúne las reflexiones de mujeres líderes de Urabá y Catatumbo sobre sus propias condiciones de vulnerabilidad, los impactos de la implementación del Acuerdo de Paz, las afectaciones que han sufrido con la reconfiguración del conflicto y las iniciativas de acción colectiva que lideran para enfrentar todas estas situaciones.
El informe busca ser un punto de partida para vincular a distintos actores territoriales en la identificación de oportunidades y acciones locales que contribuyan a construir paz y potencien las expresiones de resiliencia comunitaria lideradas por las mujeres. (Escuche las experiencias que mujeres de Urabá y Catatumbo le compartieron a La Incubadora AQUÍ)
¿Por qué es relevante? Destaca que las mujeres, las lideresas y las organizaciones a las que representan, han desarrollado estrategias para enfrentar las condiciones de fragilidad de sus territorios, y eso lo han hecho fortaleciendo los tejidos comunitarios, impulsando la acción colectiva o el liderazgo de procesos de incidencia y diálogo con diversos actores. Las experiencias de resiliencia frente a la fragilidad de estos territorios combinan las vivencias individuales y colectivas, con aprendizajes que pueden ser visibilizados y capitalizados para construir paz territorial.
¿Por qué Urabá y Catatumbo? En Urabá, desde la década del 90, se han acumulado experiencias de resiliencia y organización social: los liderazgos de mujeres han tenido un rol protagónico en la organización a favor de la defensa de sus derechos y los procesos de verdad, justicia y reparación. En Catatumbo, las mujeres líderes han acumulado experiencias en Juntas de Acción Comunal, procesos de base y gestión de las necesidades inmediatas de sus comunidades en medio de la reconfiguración del conflicto.
2. Los hallazgos
Un territorio frágil se caracteriza por presentar varios factores de riesgo: dinámicas ilegales, violencia y vulnerabilidades socioeconómicas, entre otras. Esta fragilidad, sin embargo, no se expresa de manera uniforme en las regiones del país. En el caso de Urabá y Catatumbo, ha estado influenciada por las trayectorias del conflicto armado de cada región y las dinámicas que han tenido los distintos procesos de paz, políticas de seguridad nacional, presencia del sector empresarial e iniciativas de desarrollo. En el Catatumbo, no solamente se evidencia una vulnerabilidad mayor frente a otras zonas PDET, sino un impacto diferenciado de dichas condiciones en las mujeres; en el Urabá, por su parte, las mujeres se han visto impactadas por brechas socioeconómicas y modalidades de violencia y control armado.
En el Urabá preocupa la violencia sexual y la vinculación de jóvenes a redes de microtráfico. También persisten brechas socioeconómicas y se percibe que el modelo de desarrollo está centrado en lo económico y —en menor medida— en lo social. Para contrarrestarlo, existen capacidades que pueden potenciarse con el fin de impulsar la agenda de paz y equidad de género: articulación multisectorial, iniciativas de organizaciones de mujeres para el empoderamiento económico y estrategias comunitarias de prevención y atención de violencias de género.
En el Catatumbo, la protección de las mujeres frente a las dinámicas del conflicto armado y a las violencias de género es una de las principales prioridades, debido al subregistro y al difícil acceso a justicia. Para hacerle frente, pueden impulsarse los liderazgos de mujeres y las iniciativas de verdad, justicia y reparación, así como definir acciones y metas regionales para protegerlas e impulsar la equidad de género.
El enfoque de género del Acuerdo de Paz se ha encontrado con diversos desafíos durante su puesta en marcha. Dinámicas locales como la migración, el desplazamiento, la reconfiguración del conflicto armado, vulnerabilidades estructurales y los impactos recientes del covid-19, han profundizado las brechas de género. Por eso, es prioritario realizar lecturas territoriales sobre los desafíos de la implementación y el enfoque de género.
En estos contextos, las organizaciones de mujeres han acumulado experiencias que pueden capitalizarse para construir paz: la interlocución con autoridades locales para la gestión de necesidades de las comunidades, por ejemplo, así como el impulso a proyectos productivos sostenibles y canales comunitarios para el acceso a justicia. Recoger sus reflexiones resulta estratégico para identificar oportunidades que mitiguen riesgos como la violencia sexual, el reclutamiento forzado, la vulnerabilidad económica y la inequidad.
A nivel territorial, el Acuerdo de Paz ha traído logros aún no cuantificados o visibilizados para los liderazgos y procesos organizativos de mujeres. Tanto en Urabá como en Catatumbo, el Acuerdo permitió abrir agendas de trabajo para el desarrollo territorial, y que surgieran liderazgos y espacios de interlocución con instituciones del Estado. Para las mujeres líderes en estas regiones, ha sido una oportunidad para formar sus liderazgos y formular agendas de trabajo en torno a la equidad.
Hay desafíos que no solamente conciernen a la implementación del Acuerdo de Paz, sino a la creación y transformación de relaciones comunitarias para generar entornos equitativos y protectores. Avanzar en las medidas de género contempladas en el Acuerdo es prioritario, pero, de manera paralela, debe trabajarse sobre dimensiones comunitarias que permitan un impacto sostenible en las medidas afirmativas dirigidas de las mujeres.
3. La iniciativa
¿Qué es La Incubadora? Un espacio de encuentro para fortalecer las capacidades organizativas, intercambiar saberes y generar conocimiento de manera colectiva. A través de encuentros virtuales, talleres por WhatsApp, entrevistas a actores claves y diálogos locales, investigadoras de la FIP y lideresas locales analizan los impactos del Acuerdo de Paz desde la perspectiva de las mujeres, así como los factores que facilitan la persistencia de vulnerabilidades y lo que esto significa para la garantía de derechos de las comunidades. La Incubadora parte de la idea de que, para transformar territorios, es necesario sumar voces en la identificación de vulnerabilidades y potenciar los aprendizajes locales para hacerle frente a las condiciones adversas.
¿Quiénes hacen parte de ella? Junto con el análisis de datos, el informe presenta historias de mujeres que han enfrentado diversos contextos de pobreza, violencia e inequidad laboral. Estas son historias de mujeres que participan de La Incubadora, quienes, a partir de sus experiencias personales, han compartido sus reflexiones sobre la situación de su región en términos de seguridad, desarrollo y paz.
¿Qué sigue en La Incubadora? Las reflexiones de La Incubadora serán el punto de partida para un proceso de incidencia territorial que busca sumar esfuerzos en torno a la equidad. Se propondrá la vinculación de actores territoriales para materializar acciones que potencien el liderazgo de las mujeres, abran la discusión sobre sus garantías de seguridad, el empoderamiento económico para el desarrollo territorial, y contribuyan a posicionar a nivel local una agenda de equidad de género y construcción de paz.