FIP Opina / 16 de octubre de 2024 / Tiempo de lectura: 6 min.

Un enfoque innovador en el Sistema de Cuidado en municipios PDET

La implementación de la Política de Cuidado en los municipios más afectados por la violencia, los PDET, puede ser una gran oportunidad para reconstruir el tejido social y la confianza. Allí, el cuidado se ha convertido en el centro de la vida en comunidad.

Esta columna se publicó el 16 de octubre de 2024 en ideaspaz.org Leer columna original
Las mujeres rurales destinan menos tiempo que las que viven en áreas urbanas a actividades de trabajo remunerado.
Las mujeres rurales destinan menos tiempo que las que viven en áreas urbanas a actividades de trabajo remunerado.
  • Autore/as
  • Arena Simbaqueba G.
    Arena Simbaqueba G. Investigadora

Cerca de 16 millones de personas en Colombia requieren de cuidados especiales y alrededor de 7 millones de mujeres son cuidadoras no remuneradas. El Gobierno Nacional tiene la tarea de definir la política para construir el Sistema Nacional de Cuidado, que deberá incorporar enfoques territoriales, étnicos y de género.

Para el caso de los municipios con Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), será fundamental tener en cuenta sus particularidades, debido a las afectaciones del conflicto armado en estos territorios. Particularidades como, por ejemplo, las violencias basadas en género y el hecho de que las principales cuidadoras sean mujeres, así como el impacto que tienen este tipo de entornos para la salud mental de la población.

También es importante incorporar los aprendizajes e iniciativas que las comunidades locales han construido a partir del Acuerdo de Paz, y los que se han dado a nivel de planeación comunitaria a través de los PATR, la hoja de ruta de los PDET. La implementación de la Política de Cuidado en los municipios PDET puede ser una gran oportunidad para reconstruir el tejido social y la confianza.

Debido a la limitada oferta de servicios de cuidado por parte del Estado y a la baja capacidad institucional y administrativa en regiones PDET, el cuidado se ha dado de manera autogestionada y, además, se ha convertido en el centro de la vida en comunidad. Esto cobra vital importancia, dadas las afectaciones que han tenido estos lugares por la violencia: una de las formas de resistencia de algunas comunidades ha sido crear estrategias de cuidado colectivo y comunitario.

La implementación del Sistema de Cuidado tendrá, además, que articularse con los referentes y prácticas de cuidado a la comunidad, al territorio y al ambiente que existen en las zonas PDET, así como integrar de manera activa la participación de los actores locales vinculados al cuidado. Es fundamental partir de los procesos existentes, del conocimiento que tienen las comunidades sobre sus territorios y lo que han tejido alrededor del cuidado.

Las mujeres dedican

5 horas

y media más al día a las actividades no remuneradas que los hombres en las zonas rurales. Mientras que en las zonas urbanas esta brecha es de alrededor de cuatro horas.

Uno de los retos que tendrá este sistema, a nivel territorial, será lograr reducir el tiempo de trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres y promover una redistribución de estas tareas. Según datos de 2020-2021 de la Encuesta de Uso del Tiempo (ENUT), del DANE, aunque las mujeres rurales destinan menos tiempo que las que viven en las ciudades a actividades de trabajo remunerado, la brecha en la dedicación entre hombres y mujeres al cuidado es mayor en zonas rurales.

Allí, las mujeres dedican cinco horas y media más al día a las actividades no remuneradas que los hombres, mientras que en las zonas urbanas esta brecha es de alrededor de cuatro horas. Según lo han reportado diversos informes, es importante resaltar que, en municipios PDET, las tareas de cuidado asignadas a las mujeres se han extendido por exigencias e imposición de los actores armados, lo que ha generado una carga laboral y emocional para ellas.

Hay mucho que aprender sobre el cuidado comunitario y los territorios. Existen experiencias de organizaciones y personas enfocadas en estas labores, como la Red interétnica de parteras y parteros del Chocó o la Asociación de mujeres firmantes de paz Las Manuelitas, en el Cauca. También iniciativas como JOSA Constructoras de Paz, que hace parte de la comunidad arhuaca y se enfoca en atender a niños y niñas que no tienen acceso a educación. Tampoco se puede olvidar el trabajo de las madres comunitarias, quienes han contribuido a que otras mujeres puedan reducir el tiempo que le dedican a las labores de cuidado. 

La mayoría de estas iniciativas son desarrolladas y sostenidas por mujeres; por ello, será primordial transformar la naturalización de su rol de cuidadoras y promover la redistribución y remuneración de este trabajo como una labor digna que requiere de condiciones justas, como el pago de salarios y las garantías de seguridad social.

Un cambio cultural

Transformar el rol de las cuidadoras requiere de una estrategia de cambio cultural como eje del Sistema de Cuidado: la estructura de creencias patriarcal y sexista es la que mantiene y reproduce la división sexual del trabajo y asigna a las mujeres el rol de cuidadoras y el trabajo reproductivo.

En el Sondeo de Normas de Género realizado por el programa Generando Equidad, de USAID, en instituciones educativas (consulta los resultados), se evidencia que, en los imaginarios de niños, niñas y adolescentes, sigue naturalizada la creencia de que las mujeres deben encargarse de los roles domésticos y de cuidados.

Por eso, uno de los aliados en esta transformación es el sector educativo. Desde allí, con los niños, niñas y adolescentes, es posible comenzar a posicionar un cambio en el sistema de creencias que promueva la existencia de roles y estereotipos de género. Este cambio cultural debe apuntar a eliminar prácticas y discursos racistas y xenófobos, especialmente si se tiene en cuenta que una parte importante de las mujeres que realizan trabajos de cuidados no remunerados y remunerados, tienen una pertenencia étnica o son migrantes.

La implementación del Sistema de Cuidado en regiones PDET es una oportunidad para articular las capacidades y conocimientos técnicos desde lo nacional con los saberes y procesos que han creado y gestionado las comunidades, especialmente las mujeres.

En las regiones PDET será clave implementar estrategias y servicios de cuidado móviles, sobre todo para el caso de las zonas rurales apartadas. Por supuesto, esto implica un alto compromiso del Estado en recursos económicos, humanos y garantías de seguridad. Una inversión de ese tipo ayudaría a reducir las brechas de género y de acceso al mercado laboral entre zonas rurales y urbanas y, por ende, traería beneficios sociales y económicos.

Ante la ausencia de servicios de cuidado por parte del Estado en muchos de los territorios PDET, las mujeres de estas comunidades se han ingeniado estrategias para acompañar y proveer algunos de estos servicios, que raramente son reconocidos como trabajo. Por ello, la implementación del Sistema de Cuidado, en articulación con los modelos locales de cuidado, debe reposicionar socialmente el trabajo de las mujeres cuidadoras, y esto pasa por reconocer el rol que desempeñan en sus comunidades y los riesgos que implica moverse en zonas en las que hay presencia de grupos armados. Así que aterrizar a lo local el Sistema de Cuidado implica, igualmente, crear medidas para proteger su integridad y garantizar su bienestar.

La implementación del Sistema de Cuidado en regiones PDET es una oportunidad para articular las capacidades y conocimientos técnicos desde lo nacional con los saberes, aprendizajes, procesos y conocimientos que han creado y gestionado las comunidades, especialmente las mujeres.

Quizás el Sistema de Cuidado abra una puerta para reconocer y valorar con dignidad y justicia social los trabajos de cuidado y así lograr vivir en armonía con el ambiente, los territorios, la diversidad de cosmovisiones y todo lo que hace parte de quienes históricamente nos han cuidado y sostenido.

 

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