Noticias / 16 de febrero de 2023 / Tiempo de lectura: 4 min.

¿Cómo contener el crimen organizado en Colombia y en América Latina?

La FIP en alianza con la Fundación Konrad Adenauer (KAS) y la Iniciativa Global contra el Crimen Transnacional Organizado (GI-TOC), realizó durante dos días un encuentro internacional sobre conflicto y crimen organizado que reunió a expertos en seguridad.

América Latina es la región más violenta del mundo pese a no tener conflictos armados activos, salvo por el caso de Colombia, donde el conflicto armado originado en los años sesenta se ha venido transformando y diezmando, sobre todo tras el Acuerdo de Paz con las FARC del 2016. 

Esta situación, que viven muchos países de la región, se asocia en buena medida a fenómenos de crimen organizado que han crecido en las últimas décadas y que sobrepasan la capacidad de respuesta de los Estados. Pese a los distintos esfuerzos de política pública el fenómeno persiste y, aunque hay países donde la violencia se ha reducido, hoy nos enfrentamos a un proceso de articulación y diversificación del crimen organizado que parece irreversible.

Según el índice de la Iniciativa Global (GI-TOC), Colombia ocupa el segundo lugar con mayor incidencia de crimen organizado en el mundo. México y Honduras están dentro de los 10 primeros países.
Felipe Botero Director en Colombia de GI-TOC

Tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC, Colombia se encuentra en un contexto híbrido de inseguridad y violencia en el que distintas expresiones de crimen organizado ocupan un rol cada vez más importante. Actualmente, ocupa el segundo lugar en la lista de países con mayor incidencia de crimen organizado, según el índice de la Iniciativa Global contra el Crimen Transnacional Organizado.

Para avanzar en la pacificación del país, el actual gobierno del presidente Gustavo Petro ha promulgado la política de Paz Total, que plantea avanzar simultáneamente en procesos de negociación (de paz y de sometimiento a la justicia) con diversos grupos armados ilegales. El objetivo es contener la violencia que generan y propender por su desmantelamiento.

Sin embargo, el enfrentamiento entre grupos armados ilegales y la violencia asociada, así como el control territorial y la presión que ejercen sobre la población, permanecen en varias zonas del país. Esto hace necesario explorar diversas estrategias que contribuyan a contener y desmantelar el crimen organizado.

Por esa razón, la FIP, en alianza con la KAS y la Iniciativa GI-TOC, realizó el Encuentro Internacional de Conflicto y Crimen Organizado. Participaron expertos nacionales e internacionales, así como tomadores de decisión y representantes de organizaciones internacionales.

¿Qué ocurrió y qué conclusiones dejó este espacio?

Durante dos días se realizaron cuatro talleres, cada uno con el propósito de extraer lecciones aprendidas y conclusiones sobre la forma en la que se ha enfrentado la criminalidad organizada en Colombia y en el mundo. El objetivo del Encuentro Internacional fue dialogar y proponer líneas claves de análisis y política pública que aporten al desmantelamiento y contención de distintas expresiones de violencia y crimen organizado en Colombia. Entre las conclusiones, destacamos:

  1. La dimensión política del crimen organizado. La relación que existe entre el crimen organizado con el funcionamiento del Estado, donde se incluyen variables como la corrupción.

  2. El rol que tiene el uso de la violencia. El cómo los procesos de aprendizaje de estos grupos derivan en un control de los mercados ilícitos por otros medios violentos, más allá de la violencia letal.

  3. Los incentivos económicos para someter y desmantelar tienen un límite, que es, por lo general, la magnitud de las economías ilícitas. Por eso, estos incentivos también deben apuntar a la disuasión por otros medios.

  4. Conocer a los grupos armados implica analizar su trayectoria. Esto da claridades sobre sus objetivos y su forma de operar, información clave al momento de someter o desmantelar.

  5. La importancia de la gobernanza criminal y el control territorial. Dos de los pilares sobre los cuales se sostiene el poder de las estructuras criminales y sobre los que se debe pensar formas en las que el Estado puede competir en ese ámbito.

  6. Negociar con el crimen organizado sí es posible, pero bajo una justicia penal ordinaria que tenga dos componentes muy claros: los incentivos y los objetivos de esta negociación.

  7. La dimensión cultural del poder. Dentro de los elementos del poder que sostienen estos grupos se encuentra el arraigo de estas figuras en lo local.

  8. ¿Es realmente posible acabar con el crimen organizado? El conflicto armado es un fenómeno con principio y fin, contrario al crimen organizado, que se adapta y no podemos aspirar a acabarlo. En la medida en que no se vislumbre un fin concreto a las expresiones de crimen organizado, se deben implantar medidas para encontrar “márgenes tolerables” de acción.

  9. La sensación de seguridad y confianza en los procesos. Las estrategias no solo deben apuntar a los incentivos para las estructuras criminales, sino también contar con una buena imagen ante las comunidades. Esto se logra a través de enfoques de transformación del territorio. Por eso, es clave que la integralidad de la acción se materialice dentro de la institucionalidad, pero también hacia el exterior, de la mano con los liderazgos comunitarios.

  10. Resignificar el lugar de las víctimas. Todo acercamiento a la contención y negociación con la criminalidad organizada debe partir de las víctimas y las medidas de verdad y reparación que se esperan a la luz de la magnitud de los daños.

En un posible sometimiento a la justicia de grupos de crimen organizado, debe haber una ley de sometimiento como parte de una estrategia integral, que sea parte de una de transformación de la seguridad pública.
Mark Freeman Director Ejecutivo del Institute for Integrated Transitions IFIT

Palabras clave: Crimen organizado

 

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