Hoy no existe un diálogo directo entre los negociadores del Gobierno Nacional y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). A este inquietante silencio se añade la incertidumbre provocada por la situación política en Venezuela, donde se encuentra la cúpula de la organización insurgente protegida por la tiranía de Nicolás Maduro. Al preocupante panorama hay que sumarle el paso de los días, que comenzó a avanzar en contra del presidente Gustavo Petro, a quien le quedan apenas 23 meses y unos días para dejar la Casa de Nariño.
Por eso, Cambio entrevistó a Gerson Arias, investigador de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y uno de los estudiosos que ha seguido diariamente el proceso más importante de la llamada Paz Total.
CAMBIO: ¿Cómo está hoy la situación de la negociación entre el Gobierno del presidente Gustavo Petro y el Ejército de Liberación Nacional (ELN)?
Gerson Arias: La situación hoy es de congelación. En primer lugar, porque la mesa no ha vuelto a sesionar, no ha habido más ciclos o reuniones extraordinarias; en segundo lugar, por una falta de comunicación fluida entre las dos delegaciones, lo cual es muy preocupante.
CAMBIO: ¿Qué tanto ha influido en esta situación lo que está viviendo Venezuela en materia política?
G.A.: Mucho. Venezuela es uno de los garantes y el punto de contacto para comunicarse con el Comando Central del ELN y su delegación de paz.
CAMBIO: A propósito, ¿desde cuándo está el ELN en Venezuela?
G.A.: Entre los años 2000 y 2003, el Comando Central del ELN, que estaba ubicado en la Serranía de San Lucas, al sur de Bolívar, decidió mover sus campamentos primero hacia una zona fronteriza, en el Catatumbo, y luego se ubicaron al otro lado de la frontera, en Venezuela.
CAMBIO: ¿Quiénes están allá?
G.A.: El Comando Central del ELN está ubicado en Venezuela, al igual que buena parte de su Dirección Nacional. Podría afirmarse que el 60 o 70 por ciento de la conducción estratégica del ELN se encuentra en ese país.
CAMBIO: ¿Cómo es la relación del ELN con Nicolás Maduro?
G.A.: Primero, más que con Maduro, es una relación con un país con el que compartimos más de 2.200 kilómetros de frontera. Ha sido una relación de larga data. Antes, en los 80, no fue fácil. Pero en los 90, cuando aparece la figura de Chávez, se consolida una afinidad ideológica entre el ELN y el chavismo. Todo esto evolucionó. Es una relación de afinidad ideológica y basada en la idea del "poder popular", que tanto el ELN como Chávez desarrollaron cada uno a su manera.
CAMBIO: Una frontera tan larga, porosa, selvática, es el escenario ideal para que los grupos armados irregulares se hayan fortalecido…
G.A.: Sí. Todas las guerrillas, en especial las FARC y el ELN, usaron la frontera como retaguardia militar. Progresivamente han venido consolidando un papel central, sobre todo en los estados fronterizos, donde hacen presencia militar y han desarrollado, de la mano del concepto de "poder popular", mucha influencia en zonas del lado venezolano.
CAMBIO: ¿El ELN es chavista?
G.A.: En 2016, en su Segunda Conferencia Nacional Militar, el ELN incorporó como uno de sus objetivos estratégicos la defensa de la revolución bolivariana. Cuando muere Chávez y asume Maduro, el ELN decide incorporar este concepto como parte de sus objetivos estratégicos y, por tanto, están muy conectados. El pensamiento de Chávez es un referente importante para el ELN.
CAMBIO: ¿Para el ELN es crucial cómo se defina el poder en Venezuela en la actual coyuntura?
G.A.: Claro. Hoy el ELN tiene el 60 por ciento de su capacidad armada sobre la frontera; en ella están los Frentes de Guerra Oriental, Nororiental y del Norte.
CAMBIO: ¿Podría decirse que el ELN es guerrilla en Colombia y un grupo paraestatal o paramilitar en Venezuela?
G.A.: Yo no lo vería así. Creo que el ELN tiene su historia y sus trayectorias en Venezuela; ha logrado crear una zona consolidada en los estados fronterizos. Con el modelo venezolano tienen un grado de coincidencia ideológica.
CAMBIO: ¿Pero trabajan juntos?
G.A.: No se puede simplemente entender esto como una relación mecánica; no es que se comuniquen y coordinen. En Venezuela el ELN tiene un proceso de extensión de su modelo de trabajo en Colombia.
CAMBIO: ¿De ahí la importancia para Colombia del camino que tome Venezuela?
G.A.: Todo se complementa. La solución negociada con el ELN pasa por una activa participación del gobierno venezolano. Sin ella no sería posible avanzar. Pero el ELN no es un apéndice del gobierno de Maduro, ni Maduro manda sobre el ELN. Ellos han estado allí por mucho tiempo y han incorporado la defensa de la revolución bolivariana como uno de sus objetivos estratégicos.
CAMBIO: Aquí muchos piensan que uno manda sobre el otro…
G.A.: No se trata de una relación en la que uno manda sobre el otro, pero definitivamente, a la hora de hablar de una solución negociada, si Venezuela no está, será imposible avanzar. Venezuela es una pieza esencial del rompecabezas para llegar a algún tipo de acuerdo.
CAMBIO: ¿El ELN está de acuerdo con el triunfo fraudulento de Nicolás Maduro robándole la victoria a Edmundo González?
G.A.: Llama la atención, precisamente, que desde el 28 de julio el ELN no se ha pronunciado públicamente sobre las elecciones allá. En algún momento circuló un comunicado, pero luego se comprobó que era falso y hasta ahora han guardado silencio.
CAMBIO: ¿Por qué?
G.A.: Están haciendo un cálculo racional y estratégico a la hora de pronunciarse. Uno pensaría que pudieron haber enviado algún tipo de mensaje respaldando el triunfo de Maduro, pero públicamente no lo han hecho y han sido muy cautos. Eso realmente llama la atención, especialmente por la dimensión de la crisis en Venezuela.
CAMBIO: ¿Cuántos hombres tiene allá el ELN?
G.A.: En términos generales, el ELN es ante todo un proceso político y social que tiene un ejército armado, y por eso las cifras de los conteos oficiales siempre serán limitadas. Hoy en día, según el último conteo desarrollado en julio de este año, el ELN puede tener unos 6.000 integrantes como organización armada, y se estima que entre un 25 o 30 por ciento está del lado venezolano.
CAMBIO: ¿Cómo califica usted las palabras del presidente Petro cuando dijo que haría la paz con el ELN en tres meses?
G.A.: Fue un pronunciamiento totalmente apresurado o estuvo mal informado. Creo que hoy estamos viendo las consecuencias. El congelamiento, la crisis y la falta de comunicación, más allá de temas como los incumplimientos de acuerdos, tienen que ver con la percepción que puede tener el ELN de que el gobierno de Petro no entiende su naturaleza como actor del conflicto armado.
CAMBIO: ¿Al ELN no debió gustarle esa opinión?
G.A.: Ese pronunciamiento fue muy equivocado y generó una gran sorpresa en el ELN. Creo que eso puede explicar en parte la crisis actual, que es una crisis por incumplimiento de acuerdos según el ELN, pero desde mi perspectiva, tiene que ver con que el ELN ha llegado a la conclusión de que con el gobierno de Petro no habrá un acuerdo posible. Y no habrá acuerdo porque en mi concepto el Gobierno no entiende la naturaleza, la trayectoria y lo que hace el ELN en muchas regiones del país.
CAMBIO: Es una paradoja, según su lectura, que el primer gobierno de izquierda no entienda lo que significa el ELN…
G.A.: Así es. No entiende realmente lo que significa hacer la paz con el ELN y no comprende la naturaleza política ni militar del ELN. Desde luego, no hablo a nombre del ELN, pero es muy posible que ellos estén sintiendo eso.
CAMBIO: ¿Usted ha dicho que es difícil, casi imposible, que haya un acuerdo entre el gobierno de Petro y el ELN?
G.A.: Diría que hoy es poco probable. La información parcial que se tiene del Sexto Congreso del ELN es que, en efecto, esto será así. En ese encuentro, que fue en el primer semestre de 2024, hubo al menos dos tipos de discusiones. La primera era sobre lo que iba a pasar en Venezuela con las elecciones, entendiendo obviamente que la defensa de la revolución bolivariana es un objetivo estratégico. La segunda fue sobre el estado actual de las negociaciones, y una de las conclusiones que se recogieron es que la falta de cumplimiento de los acuerdos por parte del gobierno de Petro muestra que no será posible llegar a un cierre de la negociación.
CAMBIO: ¿Acaso en qué ha incumplido el Gobierno?
G.A.: Hay varios acuerdos que no se han cumplido, como el tema de acciones humanitarias en algunas zonas específicas, la creación de un fondo multidonante o el observatorio para el paramilitarismo. Y el ELN habla de la exclusión del listado de los GAO. Para ellos, si el gobierno no avanza en estos aspectos, interpretan que no quiere avanzar en el cumplimiento de esos acuerdos.
CAMBIO: ¿Pero el ELN también ha incumplido?
G.A.: Sí. El gobierno está dispuesto a acordar la extensión del cese al fuego, pero el ELN aún no responde. Sería útil que el ELN dejara de poner ultimátums al Gobierno y buscara soluciones.
CAMBIO: ¿Es una situación muy crítica?
G.A.: Sí. Y otro elemento importante es la variable tiempo. El ELN interpreta que implementar lo que ya está acordado, de acuerdo con su perspectiva, es poco probable en los dos años que le quedan al Gobierno. Parte de la conclusión es que no habrá un acuerdo en ese tiempo, lo que se discutió en el Sexto Congreso.
CAMBIO: ¿El ELN debe creer que el 7 de agosto del 2026 habrá un punto y toca volver a empezar?
G.A.: La falta de reelección complica la posibilidad de continuidad en las negociaciones de paz. Sin reelección, es difícil llegar a un punto de acuerdo, porque el ELN pide garantías para su transición hacia la paz, para sus integrantes, sus familias y los territorios donde operan. Por otro lado, está la cuestión de cuándo veremos la dejación de armas, algo que el ELN ha dicho que no ocurrirá.
CAMBIO: Entonces, ¿qué va a pasar?
G.A.: El proceso está estructurado de tal manera que es difícil prever qué pasará al final. Lo más probable es que las mesas sigan negociando acuerdos, pero no habrá un punto claro respecto al desarme del ELN.
CAMBIO: ¿Cree que el gobierno de Petro terminará y el ELN no habrá dejado las armas?
G.A.: Es lo más probable, y eso tiene tres fundamentos. El primero es el espejo de lo que ocurrió con la implementación del Acuerdo Final de Paz con las FARC, que es algo que el ELN ha criticado mucho. El segundo tiene que ver con que no aceptan la noción de desarme, movilización y reinserción (DDR); su comandante, Antonio García, ha hablado del tránsito hacia la paz y eso habrá que definirlo y llenarlo de contenido en términos de lo que realmente busca el ELN. No quiero ser pesimista, hay que ser creativos, buscar salidas creíbles al tema de las armas y, desde luego, reconocer los avances de este proceso y buscar que se haga irreversible.
CAMBIO: Para usted, que los ha estudiado, ¿qué es lo que quiere el ELN?
G.A.: El ELN busca una transición hacia la paz, que implica, entre otros temas, mantenerse en sus territorios y obtener garantías de seguridad para sus integrantes. Quieren discutir transformaciones sociales y económicas. Cuando estuve como delegado del gobierno en la etapa exploratoria hace ya diez años, Antonio García hablaba de que "el objetivo es que el proceso de paz incida o modifique el curso mismo de la dinámica política que el país conoce y ve". Si el punto de llegada del proceso es difícil de definir, esto hace complicado hablar de dejación de armas.
CAMBIO: La atomización del conflicto es un factor que desestabiliza una negociación con un solo grupo…
G.A.: El contexto es muy complejo. El ELN ve la amenaza de otros grupos, como el Clan del Golfo o las disidencias, que disputan territorios. Mientras esa amenaza persista, no avanzarán hacia un desarme o un tránsito hacia la paz.
CAMBIO: ¿Cree que la Paz Total está mal planteada?
G.A.: Yo diría que sí. La aspiración de Paz Total es legítima, eso no se critica, pero es poco viable. No es factible consolidar tantos procesos de negociación o sometimiento en un gobierno sin reelección.
CAMBIO: El comisionado actual, Otty Patiño, como el anterior, Danilo Rueda, han sido muy criticados por la falta de un método de trabajo. ¿Usted qué cree?
G.A.: Hay falta de capacidades y método en la Oficina del Consejero Comisionado de Paz. Eso evidentemente dificulta que estos procesos lleguen a un punto de no retorno. La Paz Total es una aspiración válida, pero en la práctica, el Gobierno ha reducido su margen de maniobra.
CAMBIO: Finalmente, con la decisión de priorizar una negociación con el frente ‘Comuneros del Sur’, una estructura que se abrió del ELN en el departamento de Nariño, ¿es posible que el gobierno ya no esté en la búsqueda de la Paz Total, sino de una paz territorial?
G.A.: Parece que la apuesta del Gobierno es construir una paz territorial en lo que queda del mandato. Al final del periodo, lo único que podría mostrar es el proceso de Nariño, si se hace bien y se cuidan los riesgos en términos de seguridad y reconocimiento de las víctimas. Esto abriría una discusión sobre si la paz negociada debe ser nacional o territorial.