La confianza es el punto de partida para cualquier cambio significativo, especialmente cuando se busca transformar un territorio. En muchos municipios de Colombia, las relaciones tensas entre actores sociales, políticos y empresariales siguen siendo un obstáculo para el desarrollo. Sin embargo, la Ruta de la Confianza —iniciativa de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y Empresas Públicas de Medellín (EPM)— ha demostrado, a lo largo de cuatro años, que cuando se transforman esas relaciones, los territorios avanzan hacia un desarrollo más sostenible.
Desde su reactivación en julio de 2024, la Ruta continúo su recorrido por los 12 municipios del área de influencia del Proyecto Hidroeléctrico Ituango en Antioquia, con un objetivo claro: construir relaciones basadas en la cooperación, el respeto y la escucha mutua.
En 12 meses, más de 1.570 personas participaron en cerca de 200 espacios de formación, diálogo e incidencia, donde se gestaron nuevas relaciones entre comunidades, autoridades locales y organizaciones sociales. Aunque el camino no ha estado exento de desafíos, los resultados saltan a la vista.
“Esta fase ha sido clave para consolidar aprendizajes y profundizar en la construcción de confianza entre comunidades, autoridades e instituciones. Este trabajo no solo mejora las relaciones, sino que crea condiciones reales para el desarrollo”, asegura Oriana Alonso, integrante de la FIP y coordinadora general de la Ruta de la Confianza.
Fortalecer las relaciones hace posible el cambio
La transformación real de un territorio comienza cuando las personas y las instituciones deciden priorizar la confianza como un valor fundamental.
Con la Ruta de la Confianza, lo que parecía una tarea imposible —reunir a todos los actores de un territorio entorno a un propósito común— se fue volviendo realidad gracias a la voluntad de dialogar y colaborar de manera corresponsable.
La Ruta promovió espacios de trabajo conjunto entre gobiernos locales, mujeres lideresas, organizaciones sociales e instituciones. Un total de 207 organizaciones sociales e iniciativas productivas, y 92 funcionarios y funcionarias públicas, participaron activamente en encuentros de formación y ejercicios de incidencia. Además, mediante acciones colectivas, centradas en objetivos comunes, fortalecieron sus relaciones y también su territorio.
El poder del diálogo y la formación
Los espacios de diálogo y formación se convirtieron en una oportunidad para que los actores locales compartieran puntos de vista, comprendieran otras realidades y, sobre todo, encontraran las herramientas y el conocimiento necesario para construir soluciones conjuntas a problemas comunes. Este proceso se tradujo en la co-creación de propuestas que se materializaron en acciones de incidencia en los 12 municipios.
Fueron en total 24 acciones de cooperación que combinaron arte, memoria, turismo, educación y cultura, herramientas clave para transformar realidades desde lo cotidiano. El arte lo utilizaron como vehículo de sensibilización en Peque y Liborina, el turismo comunitario en Toledo y la memoria colectiva en Yarumal. El fortalecimiento de las mujeres emprendedoras también fue un tema común. Cada acción se centró en las necesidades más sentidas por las comunidades.
“Nos conectamos con mujeres de otros municipios, creamos alianzas y ahora sabemos cómo hacer valer nuestras ideas y proyectos. Sabemos que no estamos solas y que somos valiosas para el sector empresarial del noreste antioqueño”, dice Diana Rúa, enlace de género del proyecto en Ituango.
El diálogo también abrió caminos para la articulación entre la ciudadanía y las alcaldías, promoviendo una gobernanza más cercana y legítima.
Este proceso de cooperación y confianza ha llevado a las comunidades a identificar y aprovechar sus propios recursos de manera más efectiva. Con la Ruta han podido reconocer que no se trata solo de recibir ayuda externa, sino de construir soluciones que nacen desde el propio territorio, con un enfoque colaborativo y que tiene en cuenta las voces de todos.
La Ruta de la Confianza ha demostrado que el desarrollo de un territorio no depende solo de las inversiones o las políticas públicas, sino, sobre todo, de las relaciones humanas que se tejen a lo largo del camino.
Cuando esas relaciones se construyen desde la confianza, comunidades, autoridades y organizaciones sociales se convierten en aliados clave para impulsar un desarrollo verdaderamente sostenible.
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Ruta de la Confianza: logros y cifras clave 2025
Desde julio de 2024, la Ruta de la Confianza: una alianza entre EPM y la FIP— reactivó su camino por los 12 municipios del área de influencia del Proyecto Hidroeléctrico Ituango con un solo propósito: fortalecer la confianza como pilar del desarrollo armónico y sostenible del territorio. Ver boletín