En muchas regiones de Colombia, la operación empresarial se enfrenta a enormes desafíos como economías ilegales, disputas por el territorio, desigualdad, alta informalidad y un Estado frágil. Allí confluyen intereses opuestos y las tensiones están a la orden del día. Sin embargo, esos entornos complejos pueden convertirse en terreno fértil cuando comunidades, instituciones y empresas deciden apostarle a la construcción de confianza.
Con esa premisa se desarrolló el foro Confianza que transforma, acciones para el desarrollo territorial, organizado por la FIP y EPM, que reunió a empresas, comunidades y autoridades locales en un diálogo sobre los desafíos y oportunidades para fortalecer relaciones que impulsen el desarrollo en regiones donde convergen múltiples intereses y visiones.
“Somos muchos los actores en el territorio y tenemos que empezar por reconocernos, cada uno desde su rol, aceptando diferencias, pero encontrando puntos comunes. Hay que ser honestos, coherentes y tener claras las reglas de juego para lograr fortalecer las relaciones”, dijo Mónica Ospina, directora de Antioquia y Medellín Cómo Vamos, recogiendo los mensajes de los líderes empresariales y en construcción de paz que participaron en la conversación.
Revive el foro - Confianza que transforma: apuestas para el desarrollo territorialEn los últimos años, la FIP ha reiterado que, sin una adecuada gestión de las relaciones con comunidades e instituciones, la licencia social para operar está en riesgo. Nuestra apuesta con el sector empresarial ha sido una fórmula sencilla que ha demostrado ser transformadora: dialogar para construir confianza, confiar para transformar las relaciones y, a partir de esas nuevas relaciones, cooperar en agendas colectivas que impulsen la inclusión y la transformación territorial.
“Se cree que los grupos armados tienen el control total de muchos territorios y la verdad es que la gobernanza está fragmentada y las empresas juegan un rol muy importante”, advirtió María Victoria Llorente, directora ejecutiva de la FIP. “El desafío es enorme: se puede construir confianza, pero saltar de la confianza a la cooperación no es sencillo. Para cambiar los territorios hay que hacer cosas juntos y la confianza es solo el principio”, añadió.
EPM ha entendido el tamaño del reto. Para John Maya, gerente general, empezar por el diálogo es clave para tener, primero, una lectura adecuada del territorio y luego si apuntarle a acciones colaborativas. “Parte de los beneficios que le trae un proyecto a una empresa tienen que reflejarse en la comunidad. Pero la empresa no puede sustituir al Estado, por eso hay que alimentar la relación con instituciones y comunidades”, dijo.
La confianza va de la mano de la coherencia, de cómo nosotros estamos interactuando en los territorios con honestidad, aceptando que en la diferencia también hay posibilidades de trabajo articulado.

La calidad del diálogo
El diálogo es un reto aun mayor en territorios donde confluyen grupos armados, economías criminales y organizaciones con intereses particulares. Y no siempre se cuenta con las habilidades para dialogar. “Desarrollar habilidades socioemocionales toma tiempo, así como generar capacidades en las comunidades para que puedan gestionar sus propios intereses y proyectos y para que dejen de sentirse ‘beneficiarias’”, señaló la directora de la FIP.
Escuchar antes de actuar, entablar un diálogo sincero y con humildad, institucionalizar el diálogo para que no dependa del carisma de un mandatario, líder empresarial o comunitario, y lograr compartir ese valor, se suman a los retos de construir confianza y fortalecer relaciones que impulsen la transformación territorial. Así lo expresó Juliana Velázquez, presidenta ejecutiva de Proantioquia, durante el foro.
Los lideres empresariales también coincidieron en la importancia de instalar capacidades en lo local. Si las empresas que operan en los territorios no se sienten parte de ellos, no podrán aportar a su transformación. “Hoy tenemos 1.300 bloqueos a la operación de hidrocarburos en el país y es por un tema de expectativas y de búsqueda de oportunidades de las comunidades”, afirmó Aníbal Fernández de Soto, director de naturaleza y vecinos de Geopark.
Hay que promover el diálogo y desarrollar capacidades en las comunidades y las instituciones para que puedan gestionar su propios proyectos.

Una ruta con impacto
Durante el foro también se compartieron los logros de la Ruta de la Confianza, una iniciativa que, desde hace cuatro años, vienen implementando la FIP y EPM para transformar las relaciones entre la comunidad, la institucionalidad y la empresa en los 12 municipios de la zona de influencia del proyecto Hidroeléctrico Ituango.
El primer paso fue entender en qué estado estaban las relaciones entre los tres actores. Después vino la fase del diálogo, pensada para fortalecer esos vínculos; luego, una tercera etapa dedicada a desarrollar capacidades de relacionamiento interpersonal, cognitivas y técnicas; y finalmente, el momento de la cooperación. “La última es la etapa es la más desafiante. Se trata de hacer acciones de manera corresponsable, en las que cada actor pueda dinamizar sus agendas, pero también hacer algunas, por pequeñas que sean, que muestren que es posible trabajar en conjunto, lo que se traduce en tierra fértil para sostener el relacionamiento a largo plazo”, explicó Oriana Alonso, investigadora de la FIP y líder de la iniciativa.
Representantes de los tres actores protagonistas de la Ruta destacaron durante el foro que esta apuesta trasciende el papel: ha logrado dejar capacidad instalada en el territorio y una articulación real no solo entre ellos, sino entre las organizaciones comunitarias.
Para Juan Fernando Morales, líder de ambiente social de la hidroeléctrica, la construcción de confianza se ha convertido en un activo estratégico para recomponer las relaciones que se fracturaron por cuenta de la contingencia que impactó a las comunidades en 2018. Por su parte, para María Alejandra Úsuga, lideresa de Ituango, el proyecto ha ayudado a fortalecer las habilidades de la comunidad en su interacción con las autoridades locales. “Hemos logrado generar agendas e incidir en el territorio”, resaltó. Y, en el caso de las autoridades locales, Nancy Avendaño, alcaldesa de Liborina, calificó a la iniciativa como un gana-gana para los funcionarios públicos porque lograron mejorar, por ejemplo, su capacidad de plantificación y ejecución. “Necesitamos tener aliados estratégicos. Hay que sembrar la semilla del diálogo de lo publico con la corresponsabilidad de la sociedad”.
Al cierre del foro, nuestra directora, resaltó las oportunidades para trabajar de manera transformadora en los territorios más vulnerables. “Hay que dejar de verlos como territorios-problemas. Allí hay gente que quiere hacer cosas. Pero también hay que dejar de ver a las empresas como la gran chequera. En la FIP hemos aprendido que lo que verdaderamente resuelve los problemas está en la calidad de las relaciones y fortalecerlas es el primer paso para la transformación territorial”.
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